Durante la Gran Depresión posterior al crac de 1929, la pobreza y el hambre afligían a Estados Unidos. Esta crisis llevó al gobierno a asumir la responsabilidad de alimentar a los hambrientos por primera vez en la historia del país.
Se implementaron programas para proporcionar comida a bajo costo, incluyendo las comidas de 7,5 centavos de Eleanor Roosevelt. Sin embargo, la calidad de la comida era escasa y deficiente. Este período marcó el inicio de la Dieta Estadounidense Estándar (DAA), caracterizada por alimentos ultraprocesados y poco saludables
.
Durante la década de 1930, mientras Europa se encaminaba hacia la guerra, Estados Unidos enfrentaba el problema de reclutar soldados desnutridos. Para aumentar la fuerza y la salud de la población, el gobierno promovió una dieta con más calorías, lo que condujo a una mayor mecanización agrícola y cambios en la industria alimentaria para producir alimentos más baratos y convenientes.
La Segunda Guerra Mundial aceleró la modernización de la industria alimentaria, dando lugar a alimentos ultraprocesados y listos para consumir, como las cenas de TV de Swanson.
Estos productos, económicos y convenientes, comenzaron a dominar el mercado, pero a menudo carecían de calidad nutricional. Además, la política agrícola de monocultivos como el maíz y la soja exacerbó el problema al convertir estos ingredientes en la base de muchos alimentos ultraprocesados.
Con el tiempo, la prevalencia de alimentos ultraprocesados contribuyó al aumento de enfermedades como la obesidad y la diabetes en Estados Unidos. A pesar de las preocupaciones sobre la salud pública, la industria alimentaria defendió su innovación y elección del consumidor, promoviendo una amplia disponibilidad de opciones.
Sin embargo, el predominio de los alimentos ultraprocesados continúa siendo un desafío para la salud y la nutrición en la sociedad estadounidense.
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